En el manifiesto que ese mismo 3 de octubre de 1968, dieron
los militares, estos trataron de justificar el golpe arguyendo contra el
gobierno depuesto la «seuda solución entreguista dada al problema de La Brea y
Pariñas». Acto seguido se dio el Estatuto que regiría al autodenominado
Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas. Los comandantes generales del
Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea se constituyeron en Junta Revolucionaria
y designaron al general Juan Velasco Alvarado como Presidente de la República.
A diferencia de la Junta Militar de 1962, la Junta Revolucionaria instalada en
1968 no puso límite al tiempo en que permanecería en el poder. Se habló de un
“proceso” requerido para llevar a cabo las grandes reformas que el país
precisaba. En principio el gobierno revolucionario se sujetaba a la
Constitución vigente (la de 1933) y a las demás leyes, pero siempre en cuanto
estas «sean compatibles con los objetivos del gobierno revolucionario». En
otras palabras, la Constitución y las leyes quedaban subordinadas a los
objetivos del gobierno.
El 9 de octubre de 1968, el gobierno ordenó la toma de las
instalaciones de la IPC en Talara, la misma que la realizaron las fuerzas de la
Primera Región Militar con sede en Piura, al mando del general Fermín Málaga.
Este hecho tuvo un gran impacto en el país y ayudó al gobierno a consolidarse
en el poder. La fecha del 9 de octubre se celebró a lo largo del gobierno
militar como el Día de la Dignidad Nacional. Posteriormente, esta efeméride fue
eliminada del calendario cívico del país al restaurarse el gobierno
democrático. La IPC fue expulsada definitivamente del país, y aunque Velasco
anunció reiteradamente que no pagaría ningún centavo a dicha empresa (que era
filial de la Standard Oil de New Jersey), más tarde se supo que el gobierno
negoció en secreto con la IPC, y que, mediante el Convenio De la Flor-Greene,
el Perú pagó una indemnización de 76 millones de dólares. En cuanto a los
adeudos que la IPC tenía con el Estado peruano, no se volvieron a mencionar
nunca más.3
Velasco conformó un gabinete compuesto por ministros
militares y civiles. Su primer ministro y ministro de Guerra fue el general
Ernesto Montagne Sánchez. En líneas generales, su política se enfocó a
nacionalizar los sectores claves de la economía por medio de medidas
proteccionistas e intervencionistas. Se rodeó de muchos civiles de notoria
filiación izquierdista y tanto él como el resto de los militares que integraban
la Junta y el Consejo de Ministros, se decían “progresistas”.
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